A tan sólo 60 kilómetros de Sevilla, en el corazón de la Vega del Guadalquivir, se encuentra Lora Del Río.
La tierra fértil sobre la que se erige el municipio propició que las primeras civilizaciones la eligieran para constituir núcleos de población. La abundancia de restos arqueológicos así nos lo atestigua. El poblamiento tartésico de la Mesa de Setefilla, a partir de los inicios de la Edad del Bronce, hacia el 1700 a. C., continuado por otros asentamientos ibéricos en el núcleo urbano loreño y en las vecinas mesas del Almendro y de Lora (“Lora la Vieja”), marcan el comienzo de la historia local.
Una historia que vivió mucho esplendor con el rey Fernando III de Castilla, quien la donó a la Orden Militar de San Juan de Jerusalén, cuyos caballeros habían contribuido decisivamente a su rendición.
Con estos territorios la Orden organizó un pequeño señorío que acabó configurándose en una bailía y varias encomiendas, cuya capitalidad residía en la villa de Lora, jurídicamente establecida en la Carta Puebla de 1259. Esta situación se mantendrá hasta la desamortización del siglo XIX.
Bajo su jurisdicción existieron siete aldeas que se llamaron Septe filias, de donde procede el nombre de Setefilla, lugar donde se alza hoy el Santuario a la Virgen de Setefilla, patrona de la localidad.
El siglo XVIII loreño es el siglo del auge económico que se notó por el incremento de la población. Además, es el siglo de las grandes construcciones civiles y eclesiásticas como pueden ser el Ayuntamiento, la Casa de los Leones, la Casa de las Columnas (también conocida como Casa de la Virgen) o la Iglesia de Nuestro Padre Jesús.
A lo largo del siglo XIX se van a producir importantes cambios en la villa de donde surgirá la Lora moderna que hoy se conoce, aunque será ya en el siglo XX cuando, gracias a la implantación de nuevos regadíos, Lora se recupere e inicie un proceso de crecimiento que, aunque con ciertos altibajos, aún no se ha detenido. Así mismo, los procesos de colonización agraria de los años sesenta ha supuesto la creación dentro de su término municipal de dos nuevos poblados: Setefilla y El Priorato.
En la actualidad, Lora del Río puede presumir de ser un destino turístico ideal gracias a su gastronomía, sus tradiciones, sus paisajes y sobre todo, al valor más importante de la localidad: sus gentes.